Historia de Petrof

La historia de Antonín es, con sus particularidades, la de muchos grandes emprendedores. Aprendió el quehacer del carpintero y el buen consejo de su tío Jan Heitzmann le llevó a los pianos. Le dijo que la fabricación de este instrumento era un negocio con futuro y decidió ir a Viena a aprender del asunto. Así se especializó en el arte de convertir madera y otras piezas en algo que hiciera música.
En 1874, abrió la primera fábrica en Hradec Králové, una bella ciudad ubicada a poco menos de dos horas en autobús de Praga. ¿Cuál fue su acierto? Aparte de la calidad, estaba solo y sin competencia en el mercado, pues los pianos se importaban desde Viena y eso los encarecí mucho. Una oportunidad de oro.
Las operaciones fabriles eran modestas, pues Antonín empezó su empresa con seis empleados. Sin embargo, era un hombre de visión moderna y estuvo entre los primeros en incorporar la iluminación eléctrica. Además de eso, llegó a ser proveedor de la Casa Real Austríaca y “fabricante de la Corte”. Un honor. Rápidamente, el proyecto de Antonín Petrof se convirtió en algo grande. A inicios del pasado siglo ya era el fabricante de pianos más importante del Imperio austro-húngaro.
Luego de una vida de satisfacciones y logros, Antonín Petrof falleció en 1915 y la empresa fue heredada por sus tres hijos

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